Previsión significa “ver antes” lo que implica que nos adelantemos a los hechos y tomemos las decisiones y acciones acertadas para mitigar el impacto de aquello que estemos previniendo.
Se pueden prever muchas cosas, pero en particular, en esta nota nos referimos a la previsión antes de morir. ¿Por qué prever en este sentido y quién debiese de hacerlo? La respuesta es simple: prevemos para mitigar y evitar problemas a todos los involucrados, incluyendo a nosotros mismos. Cualquier persona adulta debiese de contar con un plan y aquel que tenga dependientes, padezca alguna condición médica o tenga algún tipo de patrimonio, debiese de contar con uno de manera urgente.
¿Por qué es importante? Porque de no hacerlo vamos a vulnerar nuestra dignidad y lastimar a quienes más queremos. Los vamos a afectar emocionalmente ya que les vamos a causar desgaste innecesario y hasta posibles conflictos entre ellos. Les vamos también a prolongar el duelo y hacerles más profundo su dolor. Les vamos a afectar económicamente ya que tendrán que gastar dinero que no hubiese sido necesario e inclusive contraer deudas. Evitémosles estrés y hasta una posible desintegración familiar haciendo una cosa: prever para cuando ese momento llegue.
La importancia de lo anterior es indiscutible. Sin embargo, por ejemplo: en México solamente 5% de las personas cuentan con un testamento, lo que significa que la gran mayoría de las familias están heredando problemas. Aun menos personas cuentan con una voluntad anticipada o un plan funerario y desafortunadamente más del 70% morirá en circunstancias que estarán fuera de sus preferencias.
En general, existen tres razones por las cuales esto sucede: la primera se relaciona con la incapacidad de enfrentar a la muerte de una manera activa. No nos gusta hablar de ella. Tomamos en este sentido una actitud de rechazo, lo consideramos un tema vetado y hasta de mal gusto. Lo encajonamos, lo relegamos y en la medida de lo posible hasta lo apartamos de la familia. Con esta acción, hacemos a un lado un tema muy importante y con ello no provocamos la reflexión que nos llevaría a hacer algo al respecto. Por otro lado, la segunda razón descansa en que al hablar de la muerte propia solemos ser más optimistas que realistas y tercero, en general mostramos una incapacidad práctica para establecer estrategias de planeación futura como lo pueden ser también estrategias de ahorro o planes de jubilación.
Independientemente de cuál sea la razón personal por la cual no contemos con un plan de previsión para antes de morir, ninguna de ellas es una buena excusa y la muerte no se aleja. Es por ello que se hace imperativo hacer un análisis de conciencia y una reflexión profunda a este respecto y echar a un lado las creencias individuales y la actitud pasiva de confrontación hacia la muerte. Es imperativo realizar un plan que contenga aquello que requerimos y echar manos a la obra antes de que sea tarde. Puedes ver más información al respecto en este blog o adquirir el libro “morir chingón” que está enfocado precisamente en la previsión para el final de la vida.