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Morir Chingón

Si de todos modos te vas a morir, ¿por qué no hacerlo chingón?

Morir es inevitable. Morir es lo que nos sucederá a todos independientemente de cualquier otra cosa. La muerte no distingue y no discrimina. Nos elige no importando la educación, el estatus social, la religión, la nacionalidad, la salud, el género, el optimismo o cualquier otra circunstancia.

¿Por qué ante un hecho inexorable la gran mayoría decide no planificar nada?

No planificar para el final de la vida, sería equivalente a cruzar la calle sin otear a los lados con la postura irresponsable de “no viene coche”. Sería parecido a irse de vacaciones sin reservar ni planificar absolutamente nada con el ingenuo anhelo de no afrontar contrariedades y poder disfrutar del viaje en familia. ¿Por qué este tipo de omisiones resultarían absurdas para cualquiera y, sin embargo, cuando se trata de planificar para el final de la vida no tanto?

Esta actitud se apuntala en el miedo a la muerte y en un optimismo ingenuo sobre la posibilidad de morir pronto. Para morir chingón, proteger la dignidad y evitarle problemas a la familia, es imperativo dejar de lado las supersticiones, el confort y las creencias personales que nos congelan y se hace necesario tomar decisiones y acciones oportunas y pertinentes. Morir chingón no es el producto de la suerte, de la esperanza, de las circunstancias o de la buena fe de la familia o de la eficacia del sistema de salud. Para morir chingón hay que decidir hacerlo y acciones de previsión sencillas ayudan a mitigar los problemas que acarrea la muerte propia. Planificar para el final de la vida no es planear cómo morir, es planificar cómo vivir mientras la muerte nos alcanza a la vez que protegemos a la familia cuando lo haga. Morir Chingón te ofrece material e información relevante que te ayudará en el camino de proteger tu dignidad y el bienestar de tu familia. Considera que el mejor día para comenzar a establecer un plan para el final de la vida es hoy mismo.

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Previsión

Día del padre y día de duelo

El día del padre ha sido una celebración que acompaña a muchos hogares desde hace tiempo. Si bien es cierto que en general se aborda como un día para honrar y festejar a la figura paterna, para muchos hogares que han sufrido la pérdida del padre puede ser un día de tristeza, dolor y emociones encontradas. Esto es especialmente cierto y hasta más intenso para aquellas familias que recientemente han experimentado la pérdida del festejado.

Las manifestaciones del duelo afectan de distintas maneras a distintos individuos. Es una experiencia individual y es tarea de cada persona aprender a enfrentar el dolor y a encontrar medios para sobreponerse a las emociones que le provocan la pérdida de su ser querido. Afrontar el duelo de un padre puede ser un reto y este impacto emocional puede surgir de manera más intensa en un día que nos recuerda a quien se fue. No existe una manera correcta o incorrecta para abordar el duelo y en general las emociones propias de esta experiencia tienden a disminuir con el tiempo y hacerse más tolerables.

Si bien el duelo es un proceso complejo e individual, en general las personas se adaptan y aprenden a vivir con la pérdida. Sin embargo, con lo que es imposible aprender a vivir es con las complicaciones y problemas que ocasiona la falta de previsión de la persona que falleció. No es posible pedirle a la familia que aprenda a vivir con los impactos económicos y conflictos que la falta de testamento les provoca. No es posible querer que la familia aprenda a convivir con deudas que pudieron ser evitadas. No es posible exigirle a nadie que aprenda a vivir tratando de buscar el patrimonio que se dejó atrás, así como intentando entender y arreglar los asuntos que dejamos sin resolver. La falta de previsión para el final de la vida no sólo exacerbará las emociones propias del duelo, sino que además le resta valor a la experiencia.

En este día del padre, la mejor manera de honrar a la familia es dándose la oportunidad para comenzar a hablar acerca de la muerte y empezar hoy mismo con las actividades y decisiones necesarias para establecer un plan eficaz para el final de la vida. Morir Chingón contiene información relevante que puede ayudar a la familia en este camino.

“El legado es la persona definitiva en la que nos convertimos” Mecha Constantine

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Morir Chingón

MORIR CHINGÓN: ¿sólo VIP?

Después de varios años en los que el proyecto “Morir Chingón” ha estado vivo, podemos constatar que no es del interés de la persona común. Si bien es indiscutible que la previsión para el final de la vida tiene un impacto positivo en el individuo, en su familia y en la sociedad en general ya que ayuda a salvaguardar la dignidad y el bienestar de las personas involucradas, así como también desarrolla otras habilidades y hábitos saludables, también es cierto que el individuo de “a pie” aborda la muerte propia con precaución y de ser necesario, echando mano de la negación o de cualquier otro recurso paliativo disponible.

Si bien la gente no es tonta, en general mantiene una actitud pasiva que se apuntala en el confort y la autocomplacencia que, para el caso de la omisión de la previsión para el final de la vida, vulnerará la dignidad propia y el bienestar familiar. Paradójicamente para la gran mayoría estos dos valores serían inquebrantables. Esta actitud, que principalmente subyace en el miedo a la muerte, también se recarga en un optimismo ingenuo hacia la posibilidad de ocurrencia de la muerte propia y en la dejadez o incapacidad de tomar acciones de planeación en general.

En el fondo, desde la óptica moral, las personas no muestran la suficiente disposición a la responsabilidad para realizar lo que les corresponde, y dese la óptica intelectual, no se ejercita el pensamiento prospectivo. Esta postura no sólo interviene en la previsión para el final de la vida, sino que afecta a otros ámbitos de bienestar como el autodesarrollo, la salud, el ahorro e inclusive el plan de retiro. Esta actitud, desafortunadamente trasciende la barrera individual y se permea a las mayorías bloqueando el desarrollo de un tejido social más próspero.

Por lo pronto, todo indica que morir chingón no es para cualquiera y sólo un distinguido puñado de personas se muestra interesado por esta idea. Con esta actitud proactiva, este reducido grupo, no sólo se ayudan a sí mismos, sino que también ayudan a sus familias. Para todas aquellas personas que estén interesadas en pertenecer a este grupo exclusivo, Morir Chingón les ofrece material e información relevante que les ayudará en el camino de proteger la dignidad personal y el bienestar de la familia cuando la muerte inexorablemente los alcance. Esperemos que cada vez más personas sigan su ejemplo y la sección VIP sea la más concurrida.

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Previsión

Patrimonio perdido por falta de previsión

En días pasados ha surgido la polémica en México acerca del destino de un fondo de ahorro para el retiro no reclamado por los beneficiarios. La suma nada despreciable de más de $2,000 millones de dólares es el resultado de la indiferencia de muchos mexicanos con respecto a la previsión para el final de la vida. Esa monumental cifra significa que hay decenas de miles de personas en edad de retiro o bien sus familias que no han reclamado lo que por derecho les corresponde.

Por otro lado, también en México, la ley de instituciones de crédito (LIC) estipula en su artículo 61 que los fondos de cuentas bancarias sin movimientos se transfieren al patrimonio de la beneficencia pública. Adicionalmente, la CONDUSEF estima que en este mismo país hay más de 10,000 pólizas de seguros de vida sin reclamar por los beneficiarios.

Los anteriores son ejemplos de patrimonio disponible que queda en el limbo por el simple hecho de que las familias desconocen de su existencia. El problema de la falta de previsión trasciende a la falta de testamento o de la voluntad anticipada. La falta de previsión para el final de la vida provoca un sufrimiento silencioso que lastima a las familias de muchas maneras.

Morir chingón te invita a romper este círculo, a conversar abiertamente de la muerte y a establecer un plan para el final de la vida que mitigue estos problemas. El fondo en disputa no es de ninguna institución financiera privada ni de ningún otro fondo público. La polémica no existiría si el dinero estuviese en las manos de a quien verdalmente le corresponde. Acércate a CONDUSEF para ubicar AFORES, pólizas de seguros o cuentas bancarias de tu familiar fallecido y así reclamar tus derechos.

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Final de la Vida

Sé amigable con tu «yo» del mañana

Para la mayoría de las personas resulta difícil vincular el “yo” del hoy con el “yo” del mañana e inconscientemente las podemos considerar como dos personas diferentes. No obstante, es obvio que ese “yo” futuro será la misma persona de hoy, pero estará influenciada por las circunstancias y realidades del momento, así como por aquellas que hayan ocurrido en el tiempo. Si bien, ese “yo” del futuro no se puede prever a cabalidad y es imposible anticipar las circunstancias en las que devendrá, echar mano del optimismo y depositar nuestra confianza en la buena fortuna no son estrategias astutas. Creer, o querer creer, que la realidad, contexto o circunstancias futuras serán similares a las actuales es una percepción ingenua y acotada que en la práctica resultará estar equivocada. Lo cierto es que el día de mañana seremos la misma persona, pero sujeta a circunstancias, necesidades y capacidades físicas distintas.

Muchos nos negamos a reconocer esta realidad. No hay más que mirar alrededor para encontrar que las oportunidades laborales, las condiciones de salud o las necesidades económicas, por mencionar sólo algunas, son diferentes para las personas de mayor edad y en muchos casos estas circunstancias les resultan adversas. Si bien, envejecer es una realidad que espera a todos, para aquel que nunca ha planificado nada a este respecto la realidad le resultará más desfavorable. Esto no sólo cobra relevancia al considerar la previsión para el final de la vida, sino también la prevención en otros aspectos como lo pueden ser la jubilación o la salud.

Seguramente la gran mayoría está plenamente consciente de que algún día será mayor y que tendrá que pensar en retirarse, sin embargo, parece que la mayoría cree que las circunstancias futuras serán las mismas y que podrá mantenerse productivo con el mismo nivel de vida. De la misma forma nos ocurre al pensar en particular sobre la muerte propia. Sabemos que nos vamos a morir, pero nadie cree que esto pueda ocurrir en cualquier momento ni que necesite de previsión.

Es complicado reconocer a ese “yo” futuro que va a enfrentar la vejez, el deterioro de la salud, posibles adversidades del entorno e inexorablemente encarar una etapa terminal y la muerte. La incapacidad de anticipar lo obvio y la costumbre de mirar hacia otro lado es la razón que nos quitará la capacidad de transitar el día de mañana de una manera más digna.  Esta restricción auto impuesta nos aleja de reflexionar acerca de la muerte propia y de la consecuente construcción de un plan que salvaguarde lo más valioso cuando el momento nos alcance. Por eso hay que ser más amigables con el “yo” del mañana y hacer lo conducente el día de hoy.

Morir chingón te invita a romper este círculo y a conversar abiertamente de la muerte para mitigar los problemas que ocasiona la falta de previsión para el final de la vida. En la página y el libro del mismo nombre encontrarás información relevante que te ayudará en esta tarea y así lograr establecer un plan eficaz e integral para el final de la vida que proteja la dignidad personal y los intereses de todos los involucrados.

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Final de la Vida

Final de la vida, ¿y a quién le interesa?

Perder el interés en ciertos aspectos o estímulos de la vida no es anormal ni tampoco poco frecuente. Por diversas causas mucho es lo que nos deja de llamar la atención. Perdemos el interés en empleos, amistades, planes, proyectos y hasta en las relaciones amorosas. Perder el interés en algo, si bien no siempre resultará perjudicial, si enciende una alerta que nos obliga a indagar más acerca de ese cambio de actitud. Esta reflexión nos ayudará a entender mejor nuestra postura y a tomar las acciones y decisiones más adecuadas para afrontar de manera eficaz la situación que nos aqueja. De manera similar existen también aspectos que, aunque resultan importantes en nuestra vida, no son de nuestro interés. Dentro de estos se encuentra la falta de interés por planificar para el final de la vida.   

Resultaría difícil enumerar los distintos motivos por lo que podría surgir la falta de interés en algo, ya que estos estarían en la mayoría de los casos en relación directa y personal con el aspecto o estímulo de que se trate. Sin embargo, el origen de la falta de interés en el final de la vida, entender sus consecuencias y establecer la previsión pertinente podría tener algunas causas comunes:

En primer lugar, podríamos mencionar que puede tratarse de un mecanismo natural para escapar del dolor. Toda pérdida evoca dolor y la muerte no es una excepción. Cuando el estímulo rebasa los límites emocionales de una persona, la evasión o negación son mecanismos de defensa habituales de la mente.

En segundo lugar, el exceso de confianza y dar la vida por sentado es un aspecto que nos aleja del interés necesario que requiere la previsión para el final de la vida. Es obvio que nadie tiene la vida comprada y tener una apreciación objetiva y realista sobre la muerte es un elemento fundamental para actuar en este sentido. Por el contrario, creer o sentir que se tiene garantizada la vida, es un simple placebo que nos invita a relajarnos y a bajar la guardia.

Otro elemento que nos impide enfocarnos en lo importante, quizá sea la cotidianeidad que abruma nuestra mente y nos deja atrapados en el terreno de lo inmediato. La rutina y los retos del día a día roban nuestro enfoque y limitan nuestra capacidad de atención hacia aspectos futuros. Necesitamos escapar de esta espiral absorbente y poner nuestra atención en otros temas que son también relevantes.

Por último, podemos mencionar que otra característica que nos aleja de la reflexión necesaria para establecer un plan eficaz para el final de la vida, es precisamente evadir la responsabilidad moral que tenemos a este respecto. Quizá podemos argumentar que esto es la consecuencia de todo lo anterior, sin embargo, una manera práctica de darle la vuelta a esta espiral tóxica, es precisamente reconocer esta responsabilidad personal y estar dispuestos a aceptarla. Planificar para el final de la vida es una tarea ineludible que protegerá la dignidad e intereses de todos los involucrados cuando ese momento nos alcance. Paradójicamente, menos del 5% de las personas afronta este proceso y logra establecer una estrategia.

Morir es un tema serio y por lo tanto planificar para ello también debería de serlo. El principio de un buen plan para el final de la vida comienza reflexionando sobre la muerte propia y es importante realizar esta reflexión con seriedad, pertinencia y oportunidad. El momento para pensar profundamente y charlar sobre este tema es hoy. En el libro “morir chingón” así como en el sitio web o canal de YT del mismo nombre podrás encontrar información pertinente que te permitirá informarte a este respecto y te ayudará a establecer un plan eficaz para del final de la vida.

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Morir Chingón

Muero por saber

El 8 de agosto está siendo elegido como el día internacional para abrir la conversación sobre la muerte. En Australia se le ha nombrado “Dying to know day” y en Alemania “Memento Tag End-lich leben”. Esperemos que muy pronto más países se sumen a esta iniciativa. La muerte es un tabú y esta idea resulta novedosa y creativa para romper el ciclo vicioso que evita que hablemos y reflexionemos sobre la muerte propia y sus consecuencias. En la práctica, no hablar de la muerte abiertamente nos aleja de poder establecer una estrategia de previsión eficaz que proteja la dignidad de la persona y a su familia.

¿Cómo le llamarías a este día? Déjanos por favor tus comentarios.

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Previsión

Morir es un tema serio, planificar para ello también

La mayoría de las personas opinan que es importante planificar para el final de la vida. Por mencionar algunos ejemplos, consideran relevante tener un testamento, mantener los asuntos en orden o bien expresar la última voluntad a la familia. Paradójicamente, solamente algunos harán algo al respecto. Al menos 7 de cada 10 morirán en circunstancias que no creyeron siquiera posibles; 6 de cada 10 experimentarán una “mala muerte”; 95% morirán intestados, 98% ni siquiera anticipará el destino de su cuerpo y tan sólo un puñado suscribirá una voluntad anticipada. A pesar de su inexorabilidad, la muerte pareciera que sorprende a la gran mayoría y los efectos de esta ingenuidad en la persona y en la familia pueden ser devastadores. Vulnerar la dignidad, mayor dolor, deudas, conflictos, más estrés y hasta pérdida de patrimonio son sólo algunos de los daños que la falta de previsión ocasiona a los involucrados.

Además de los obvios problemas económicos, nuestra muerte acarrea a todos los involucrados el desafío de sobrellevar el duelo y la difícil tarea de establecer un proceso de resignificación de valores y creencias que les ayude a la adaptación de su nueva forma de vida. Es un proceso de vaivenes emocionales que no es sencillo y la falta de previsión del difunto no hace sino exacerbarlo ya que esto significará que, además de procesar el esfuerzo emocional mencionado, tendrán que enfrentar la posible realidad de heredar desorden, problemas y hasta una desintegración familiar.

Morir es un tema serio y por lo tanto planificar para ello también lo es. El principio de un buen plan para el final de la vida comienza reflexionando sobre la muerte propia y es importante realizar esta reflexión con seriedad, pertinencia y oportunidad. El momento para pensar profundamente en este tema es ahora y contar con un plan integral para el final de la vida que mitigue las consecuencias de la muerte es una acción urgente. Hacer un plan no es complicado ni costoso, sin embargo, requiere de esfuerzo, de orden y de constancia. En el libro “morir chingón” así como en el sitio web o canal de YT del mismo nombre podrás encontrar información pertinente que te permite informarte a este respecto y te ayuda a establecer un plan eficaz para del final de la vida.

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Morir Chingón

Morir Chingón, no para cualquiera

Al menos desde el siglo pasado, existen tesis y estudios serios que proponen que el miedo a la muerte nos hace tomar una actitud negacionista y protegernos con “narrativas piadosas” para blindar la autoestima contra el dolor que nos provoca la idea de morir. Esta especie de negación interpretativa deviene en una postura pasiva que en el fondo provoca que la mayoría de la gente inconscientemente evite pensar en el tema y por consecuencia muera sin tener un plan para el final de la vida. Esta postura de negación, si bien aliviosa en el corto plazo, aleja la reflexión necesaria para poder entender las implicaciones de la muerte propia y paradójicamente termina afectando lo más valioso: la dignidad y la familia. Lo interesante de este absurdo resulta que las mentiras que nos contamos a nosotros mismos prevalecen aun cuando la realidad alrededor indica lo contrario: hoy por hoy, la falta de previsión para el final de la vida es el dolor silencioso que más afecta a las familias. Se parece en cierto sentido a la actitud prevalente ante el cambio climático. Perdemos más el tiempo tratando de convencernos de que no existen pruebas sólidas que sustenten que el planeta se está calentando o bien queremos creer que la ciencia nos proveerá con soluciones oportunas e innovadoras o quizá simplemente no queremos hacer a un lado nuestro cómodo estilo de vida y mantenemos una postura indiferente ante el tema a pesar de las desgracias cotidianas que son derivadas de este fenómeno y que suceden por doquier.

La gente en general, con respecto a temas que requieran anticipar el futuro, suele mantener una actitud impasible que se apuntala en el confort y la autocomplacencia que, si bien vulnera la propia dignidad y el bienestar familiar, en la práctica parece mejor opción que hacerse cargo de lo que corresponde. En el fondo, las personas carecen de la voluntad moral suficiente para afrontar la responsabilidad que les corresponde y con ello perpetúan el estado de indiferencia. Esta postura, como se ha mencionado, no sólo interviene en la previsión para el final de la vida, sino que la vemos activa en otros ámbitos de previsión como lo pueden ser la salud, el ahorro, el plan para el retiro y muy ostensiblemente ante el cambio climático.

Desafortunadamente, la previsión para el final de la vida, aunque debiese de ser para todos, parece que no es para cualquiera y por lo pronto el interesado en planificar para sí mismo y su familia tendrá que deshacerse de los lazos de adormilamiento colectivo y emprender el camino por su cuenta. El individuo interesado primeramente tendrá que mostrar una actitud responsable y contar con la automotivación suficiente que lo lleve a conseguir su objetivo. Afortunadamente no está solo. Morir Chingón nace con el propósito de ser un espacio educativo abierto a todos que busca ayudar a que cada persona planifique un final de vida digno y para su familia un duelo útil y una sucesión eficaz. Búscanos en Internet con el navegador de tu preferencia.

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Final de la Vida

¿Eutanasia por propia mano?

En México y en general en muchos otros países las opciones al final de la vida son escasas y limitadas. Para muchas personas en fase terminal, el dolor y el sufrimiento son la única opción aun y cuando como sociedad la mayoría coincidiría en que debiésemos de merecer algo mejor.

¿Por qué estar condenados a padecer la muerte en un mundo que entiende la salud y la enfermedad mejor que nunca?

Desafortunadamente, la eutanasia o el suicidio asistido como opciones viables y dignas se evitan en las discusiones legislativas simplemente porque el largo brazo de la falsa moral, la religión y las cadenas de los prejuicios sociales alcanzan hasta al más justo. La decisión de morir, y de cómo hacerlo, es personal y de nadie más. Si bien es cierto que las soluciones mencionadas han encontrado eco en algunos países más avanzados, también es cierto que no están libres de críticas, ineficacias y detractores. La muerte sigue siendo el tabú más grande dentro de «jaula social» y hasta que no le demos el protagonismo que merece será poco posible que avancemos hacia opciones más eficaces y dignas para el final de la vida. En México, por ejemplo, existe la ley de voluntad anticipada desde el año 2008. Quince años después, este documento ha sido inscrito sólo por un puñado de personas, su alcance aún no es nacional y las instituciones son poco eficaces en garantizar su difusión y aplicación.

¿Cómo podríamos abrir una discusión más constructiva sobre un tema que preferimos dejar olvidado en un cajón? ¿Cómo podríamos esperar evolucionar hacia propuestas más eficaces si las que existen apenas son conocidas y utilizadas?  

Dentro de las propuestas más disruptivas e innovadoras, existe una discusión hipotética en algunos foros acerca de la “pastilla” de eutanasia. Un medicamento de libre acceso para la población que podría ser empleado por propia mano para terminar con una vida de sufrimiento y dolor. En este caso, no sería necesaria la intervención de terceras personas en asistir al enfermo con la decisión de terminar con su vida.  Si bien, todavía es una hipótesis, no cabe duda que es una propuesta provocativa que merece una evaluación seria.

Quizá la solución más efectiva para el final de la vida esté más allá de toda burocracia y objeción de conciencia. Quizá debamos de evitarnos el tortuoso camino de una discusión evolutiva y brincar de una vez por todas a una solución radical. Debiésemos de respetar el derecho de todos, incluidos el de aquellos que por sus creencias o posturas personales preferirían no involucrarse en tan significativa decisión. Una solución autoinfligida deja sin aplicación práctica la objeción de conciencia y no necesita de mayores equipos o de acompañamiento profesional. Si bien esta propuesta requiere de más análisis sobre su viabilidad práctica y científica, resulta en una idea que debe de ir más allá del terreno de la hipótesis. No cabe duda que debemos de avanzar hacia propuestas más dignas y humanas y no podremos dar el siguiente paso si nos mantenemos atascados en donde hemos estado desde hace décadas. 

Adicional a la decisión de terminar con la vida por propia mano, también es importante recordar que existe la obligación de hacerlo con responsabilidad y considerando los impactos emocionales, funerarios y sucesorios que esto traerá para aquellos que se quedan. Si bien el libro Morir Chingón no aborda el tema de este breve artículo, sí propone la idea de morir con dignidad y con la responsabilidad de contar con un plan para el final de la vida que proteja la dignidad e intereses de todos los involucrados. Busca en internet más sobre el proyecto y el libro.