La interacción ante la muerte y la pérdida no suele ser precisamente una de las habilidades más desarrolladas. Cuando tratamos de empatizar con alguien cercano a nosotros que está experimentando una pérdida, es común que echemos mano de frases recicladas y que caigamos en superficialidad o falta de tacto ante un momento de profundas emociones. Si bien, no existe una guía genérica ni universal que se adapte a cada caso, podemos tomar algunos lineamientos para expresar nuestras condolencias y mostrar empatía ante una situación, que para quien la experimenta, resulta ser difícil y le acarrea una alta carga emocional.
Cada caso es único y, por ende, cada caso necesita un toque personal. Es importante reconocer que la persona que está experimentando la pérdida necesita de tiempo para elaborar una narrativa coherente que le ayude a resignificar la vida ante la pérdida. En otras palabras, necesita reconstruir y dar sentido a una nueva realidad que implica estar sin la persona que se fue. Por ello, cada caso es distinto e inclusive, la profundidad del dolor que se pueda experimentar puede ser distinta aún para el mismo deudo en función de a quién perdió.
El tacto y la sensibilidad son claves. Es importante conocer la relación que se perdió antes de expresar frases o ideas inadecuadas. Por ejemplo, evitar ser pretencioso si se sabe de antemano que la relación perdida no era del todo cordial. O bien, evitar ser insensible si se sabe que la relación perdida era muy significativa.
Respetar los lasos culturales y religiosos es crucial. Entender las costumbres y creencias del deudo resultará importante para evitar ser inadecuado, realizar acciones inapropiadas o expresar ideas, deseos o comentarios vacíos o inoportunos.
Evitar pretender que entendemos las emociones del deudo cuando en realidad no somos conscientes de la profundidad de su dolor y del significado de su pérdida. Siempre hay que mantener una postura sensible y respetuosa ante el dolor del otro. Si la relación es más personal o de largo tiempo, es posible que se haya conocido al difunto y entonces, compartir algunos recuerdos positivos de la persona es una manera de mostrar el impacto que pudo haber tenido en nuestra vida. Desde luego, la prudencia y el sentido común deberán de guiar nuestra conducta y comentarios.
Estar ausentes o evitar el momento, por difícil que sea, no es una buena idea. Si no se puede estar presente, una llamada, aunque sea breve, será de suma importancia. La empatía, solidaridad y apoyo emocional son siempre un gran apoyo para la persona que está experimentando la pérdida.
Para entender un poco más acerca del tema, el libro Morir Chingón en su capítulo tercero aborda el tema de la pérdida con el objetivo de establecer una base de reflexión para una mejor comprensión del efecto que esta tiene en las personas, el desafío que implica y los retos que se enfrentan derivado de ello.