La vida nos obliga a renunciar a cosas y a personas que apreciamos y nos lleva a transitar desde temprana edad por una serie de cambios en los que la pérdida forma parte de muchos de ellos. Toda pérdida evoca una emoción de dolor que se relaciona con la privación o ausencia de lo que tuvimos en algún momento. El duelo resulta ser una labor de reconstrucción de significados que está lleno de caminos que pueden ser elegidos o descartados. En ocasiones, solemos ver el luto como una causa que convierte a las personas en víctimas pasivas que son obligadas a superar una situación adversa sobre la que tienen poco o nulo control. Sin embargo, esto no es así. Cada camino que se toma tiene una lección para enseñar y en cierto modo, el sentido del duelo resulta ser el duelo mismo. Cada persona que transita en esta senda tiene la obligación de aceptar estas diferentes rutas junto con todos los desafíos que cada una le representa. Por ello, es importante considerar que morir sin planificar nada dejará a la familia un duelo lleno de obstáculos, trabas y problemas. En muchos sentidos, el desorden y el desinterés que mostramos en vida trascenderán nuestra existencia y se materializarán en la familia en altos niveles de ansiedad y angustia. Heredar problemas, entre otras cosas, prolonga innecesariamente el dolor y puede llegar a desencadenar más contrariedades e influir en la mala toma de decisiones y acciones.
Cuando no planificamos para el final de la vida y dejamos a la familia a su suerte, el sentido del dolor puede llegar a ser el dolor mismo y esta experiencia carece totalmente de valor. Un proceso lleno de obstáculos e ineficiencias llena el espacio con sentimientos inútiles que sólo flagelan más a las personas. La familia no necesita encarar más dificultades, ya tienen suficientes desafíos con la situación que enfrentan. El peor sentimiento de dolor y abandono surge al darse cuenta que el mundo alrededor sigue su rumbo, cuando el personal se está derrumbando. Abandonar a la familia a su suerte, no es pues un descuido, es en verdad es un crimen.