Nuestra muerte acarrea a todos los involucrados muchos desafíos. Nuestra muerte les obligará a sobrellevar un duelo que ya en sí mismo constituye una tarea ardua llena de carga emocional. Representa un trabajo de readaptación laborioso ante el hecho de haber perdido a un ser amado. Es un proceso de resignificación de valores y creencias que trata de construir una narrativa coherente que nos ayude a la adaptación de esta nueva forma de vida. Es un proceso de vaivenes emocionales que no es sencillo, máxime si el que se ha ido no sólo representa un soporte emocional a la familia sino además uno de sustento y liderazgo. Es injusto e irresponsable complicárselos más y la manera más simple y absurda de hacerlo más difícil, es partir sin tener un plan para el final de la vida. Esto significará que, además de procesar el esfuerzo emocional mencionado, tendrán que enfrentar la realidad de haber heredado problemas.
Encontrarse, por ejemplo, de cara a un complejo, costoso y tardado juicio intestado. Darse cuenta, de repente, que no encuentran los papeles importantes, que enfrentan desorden y ciclos o trámites inconclusos. Enfrentarse a la realidad de no contar con el soporte jurídico adecuado o que no dan con el paradero de bienes que creen que existen. En general, encarar un proceso del que poco saben y que les costará dinero, tiempo y esfuerzo corregirlo. Estarán ante un panorama que intensifica su dolor y que impacta su ya lastimada economía. Por ello, el hecho de haber previsto un plan para ese momento no sólo constituye un acto responsable, sino que es un acto generoso.
El duelo es temporal, la familia aprende con el tiempo a vivir con la pérdida y a acomodar al ser querido en su corazón. El abandono es permanente. La familia enfrentará problemas y disputas que la acompañarán por un largo tiempo y quizá para toda la vida.
Todas las familias se merecen respeto y dignidad. La única manera de evitar problemas a los involucrados y de hacer el duelo menos doloroso, es anticipar los hechos y hacer un plan eficaz para el final de la vida. Muchos creen que planificar esto es complejo y costoso, o que sólo es para gente acaudalada y sofisticada. Realizar acciones como otorgar un testamento, dejar indicaciones, ordenar asuntos y cerrar ciclos resultan sencillas de alcanzar, le aplican a todas las personas y la inversión económica que requieren, es apenas una fracción del costo que le ocasionará a la familia no tenerlas.
Morir Chingón es una lectura al alcance de cualquiera que busque construir un plan integral para el final de la vida que apoye de manera efectiva a todos los involucrados. Encuéntralo en las principales plataformas digitales como amazon.com.mx, gandhi.com.mx, barnesandnoble.com entre muchas otras.