Muchos de nosotros hemos escuchado el refrán que dicta “mucho ayuda el que no estorba”. Este refrán, tan cínico como popular, es el mejor aliado de la mente haragana y del personaje poco empático. Cualquier persona con la intención legítima de ayudar encontrará la forma y la ocasión de hacerlo sin ser estorboso o disfuncional. En el caso de la planificación para el final de la vida, la actitud pasiva y desinteresada es la piedra angular que llevará desgracia y dolor a la familia. Ya sea por desconocimiento, miedo u optimismo la mayoría de las personas evitan afrontar la muerte propia y con ello inconscientemente se estacionan en una postura de indiferencia. En la planificación para el final de la vida, como para todo, mucho ayuda el que sí ayuda y mucho estorba el que no hace nada.
Nuestra muerte representa un desafío para los que se quedan. Imaginemos por un instante que además de experimentar la carga emocional que nuestra muerte produce a quienes más amamos, además tendrán que enfrentar deudas y problemas producto de nuestra falta de previsión. La familia no sólo necesita, sino que se merece el tiempo para curar la herida de nuestra partida y adaptarse a una nueva vida sin nosotros. No planificar es sinónimo de arrebatarles dicha oportunidad. Pensemos por un momento la absurda distracción que les representará la tarea de ubicar los papeles importantes, entablar discusiones sin sentido, tratando de completar los trámites que dejamos pendientes, afrontando gastos extra, contrayendo deudas o encarando un juicio de intestado sólo por mencionar algunos problemas.
Hacer un plan para el final de la vida, es una obligación y responsabilidad ineludible. Es una acción sencilla que no es onerosa y que además resultará ser un obsequio generoso y compasivo que ayudará mucho a quienes más queremos durante un momento difícil y significativo.
Morir Chingón ayuda a resolver el problema que la falta de previsión ocasiona. Es información al alcance de cualquiera que busca construir un plan integral para el final de la vida que apoye de manera efectiva a todos los involucrados. Por su parte, el libro del mismo título resulta una lectura ágil y didáctica que acerca a la muerte de forma eficaz y permite reflexionar acerca de ese momento y acompaña para establecer un plan integral que cuide de nosotros y de quienes más queremos.