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Morir Chingón

Muero por saber

El 8 de agosto está siendo elegido como el día internacional para abrir la conversación sobre la muerte. En Australia se le ha nombrado “Dying to know day” y en Alemania “Memento Tag End-lich leben”. Esperemos que muy pronto más países se sumen a esta iniciativa. La muerte es un tabú y esta idea resulta novedosa y creativa para romper el ciclo vicioso que evita que hablemos y reflexionemos sobre la muerte propia y sus consecuencias. En la práctica, no hablar de la muerte abiertamente nos aleja de poder establecer una estrategia de previsión eficaz que proteja la dignidad de la persona y a su familia.

¿Cómo le llamarías a este día? Déjanos por favor tus comentarios.

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Previsión

Morir es un tema serio, planificar para ello también

La mayoría de las personas opinan que es importante planificar para el final de la vida. Por mencionar algunos ejemplos, consideran relevante tener un testamento, mantener los asuntos en orden o bien expresar la última voluntad a la familia. Paradójicamente, solamente algunos harán algo al respecto. Al menos 7 de cada 10 morirán en circunstancias que no creyeron siquiera posibles; 6 de cada 10 experimentarán una “mala muerte”; 95% morirán intestados, 98% ni siquiera anticipará el destino de su cuerpo y tan sólo un puñado suscribirá una voluntad anticipada. A pesar de su inexorabilidad, la muerte pareciera que sorprende a la gran mayoría y los efectos de esta ingenuidad en la persona y en la familia pueden ser devastadores. Vulnerar la dignidad, mayor dolor, deudas, conflictos, más estrés y hasta pérdida de patrimonio son sólo algunos de los daños que la falta de previsión ocasiona a los involucrados.

Además de los obvios problemas económicos, nuestra muerte acarrea a todos los involucrados el desafío de sobrellevar el duelo y la difícil tarea de establecer un proceso de resignificación de valores y creencias que les ayude a la adaptación de su nueva forma de vida. Es un proceso de vaivenes emocionales que no es sencillo y la falta de previsión del difunto no hace sino exacerbarlo ya que esto significará que, además de procesar el esfuerzo emocional mencionado, tendrán que enfrentar la posible realidad de heredar desorden, problemas y hasta una desintegración familiar.

Morir es un tema serio y por lo tanto planificar para ello también lo es. El principio de un buen plan para el final de la vida comienza reflexionando sobre la muerte propia y es importante realizar esta reflexión con seriedad, pertinencia y oportunidad. El momento para pensar profundamente en este tema es ahora y contar con un plan integral para el final de la vida que mitigue las consecuencias de la muerte es una acción urgente. Hacer un plan no es complicado ni costoso, sin embargo, requiere de esfuerzo, de orden y de constancia. En el libro “morir chingón” así como en el sitio web o canal de YT del mismo nombre podrás encontrar información pertinente que te permite informarte a este respecto y te ayuda a establecer un plan eficaz para del final de la vida.

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Previsión

La trampa del ritual ante la previsión

La muerte es incognoscible y es indudable que en muchos aspectos es un misterio. Es precisamente esta imagen elusiva y casi mística de ella la que ha sido, y sigue siendo, la piedra angular sobre la que edificamos la escala de creencias y posturas que tomamos ante ella. La actitud ritualista que nace de esta relación es la que marca la pauta de cómo nos acercamos a la muerte y por tanto también guía las acciones y decisiones que pudiéramos tomar con respecto a su influjo e implicaciones. Si bien, la creencia personal al respecto es respetable, no debiese de opacar la necesidad de contar con un plan para el final de la vida ni tampoco ser más relevante que la obligación de otorgar un testamento y mucho menos llegar a desplazar la propia dignidad. Si bien la muerte es impredecible en muchos aspectos, es lo contrario en muchos otros y existen implicaciones de la muerte propia sobre las que sí podemos anticipar decisiones y acciones.

El ritual funciona como un mecanismo paliativo que nos ayuda a amortiguar el dolor que la muerte y la pérdida nos provocan. Sin embargo, también funciona como un elemento que nos ayuda a bloquear y en la práctica a diferir las acciones necesarias para realizar otras actividades y diligencias que el hecho de morir implica y que no debiesen de ser menos importantes.

La lejanía y rechazo que mostramos hacia la muerte, se alimenta de la indiferencia y el temor que experimentamos como producto de creencias y valoraciones personales. La muerte es algo que nos pertenece, es cercana, mundana y cotidiana. Hablar de ella de forma frontal y familiar nos acerca a una mejor comprensión del significado que nos infunde y de cómo esto moldea nuestra actitud. Comprender esta influencia nos llevará también a querer entender sus implicaciones y a estar mejor preparados para su llegada.         

Morir Chingón es un proyecto al alcance de cualquiera que tiene el objetivo de ayudar a resolver el problema que ocasiona la falta de previsión para el final de la vida. Es un proyecto educativo que nos acerca a la muerte de forma eficaz y nos permite reflexionar acerca de ese momento para tomar las decisiones y acciones que sí podemos predecir y, con ello, establecer un plan integral que cuide de nosotros y de quienes más queremos. Encuéntralo con el buscador de tu preferencia.

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Final de la Vida

Conversar sobre mi muerte

Son muchas las ocasiones o eventos que distraen nuestra atención con tareas de planificación. Desde asuntos cotidianos de la semana hasta eventos especiales como celebraciones o reuniones familiares. Si bien mostramos una actitud planificadora para muchas cosas, ¿por qué las cosas debieran de ser distintas con respecto a la muerte?

Más de 90 % de las personas opina que comunicar acerca de las preferencias y cuidados al final de la vida es importante. Sin embargo, menos de una tercera parte lo hace. Por otro lado, la gran mayoría de las personas se creen relevante tener una conversación sobre este tema con su médico, sin embargo, menos del 10% de las personas lo realizan. No es de extrañarse que más del 70% de las personas mueran en circunstancias distintas a sus expectativas.

Una de las conversaciones que sin duda debiese de ocurrir es aquella en referencia a la muerte propia. Es una conversación útil que debe de comenzar en la sala de la casa y no en la sala de cuidados intensivos. Una conversación abierta y honesta con las personas cercanas es un aspecto muy importante sobre la planificación para el final de la vida que dará paso a las acciones, decisiones y diligencias necesarias para asegurar un final de la vida digno.

Si bien es imposible anticipar las circunstancias en las que se dará el final de la vida, si es posible establecer y expresar aquello que consideramos importante, así como identificar los trámites y documentos que serán necesarios para salvaguardar la dignidad y los intereses de las personas involucradas.   

Es importante comenzar esta conversación el día de hoy. Esta decisión puede resultar siendo uno de los mejores regalos que se dará a sí mismo y que extenderá a las personas que más le importan.

Morir Chingón es una lectura al alcance de cualquiera que busca construir un plan integral para el final de la vida que apoye de manera efectiva a todos los involucrados. Es una lectura didáctica que nos acerca a la muerte de forma eficaz y nos permite reflexionar acerca de ese momento. Es un material muy valioso que ayuda a establecer un plan integral para el final que cuide de quienes más queremos.

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Previsión

Hablar de la muerte

En tiempos recientes nuestro afrontamiento a la muerte se ha entorpecido. Quizá en parte derivado de algunos factores que alejan a la muerte de nuestra realidad cotidiana como lo pueden ser los avances médicos que claramente han alargado la expectativa de vida y también que ahora la muerte ocurre con mayor frecuencia lejos del hogar. Por otro lado, la muerte es pérdida y toda pérdida evoca dolor. Por ello, resulta también práctico evitar tocar el tema y conseguir con ello un poco de consuelo, aunque sea efímero e inservible. Esta realidad nos ha mantenido un tanto cuanto indiferentes ante la muerte propia y nos evita pensar en las implicaciones que este hecho acarrea. Si bien, no es un tema agradable para nadie, afrontarlo de manera activa y pertinente nos acerca a la reflexión que es necesaria para poder comprender qué implicaciones conlleva y qué significan esto en el día a día de todos los involucrados.

Negar la muerte propia no la aleja, pero sí la hará más complicada. La pérdida de un ser querido siempre acarrea una carga emocional importante a todos los involucrados y el sólo proceso de duelo les representará muchos desafíos. No planificar nada al respecto para el final de la vida, es simplemente decidir complicar más las cosas y vulnerar la dignidad y bienestar de los involucrados.

La etapa terminal de la persona necesitará de atención particular y de tomar algunas decisiones. La muerte de la persona, en la práctica, representará también decisiones y acciones muy concretas. Asimismo, la posterior sucesión del difunto implicará a la familia trámites y actividades específicas. Todo este conjunto de tareas y decisiones sucederán independientemente de que nos gusten o no, o de que hayamos hecho algo al respecto, o no. Se hace evidente que aquel que planifica para ese momento, facilita para sí y a la familia un momento muy complicado. Aquel que no hace nada al respecto, vulnera su dignidad y deja a la familia en el abandono y con toda la carga de las implicaciones sobre sus hombros. Se hace inevitable entonces romper con la costumbre de evitar hablar de la muerte y comenzar a acercarnos a la comprensión de las implicaciones y el efecto que acarrea para anticipar acciones y decisiones que ayuden en esta etapa. Evadir esta responsabilidad nos expone a nosotros mismos y a la familia a un sinnúmero de inconvenientes y de cargas económicas que prevenirlas en vida resulta mucho más sencillo y económico de lo que la mayoría cree.

Morir Chingón es un proyecto que busca apoyar a resolver el problema que ocasiona la falta de previsión para el final de la vida. Busca el libro del mismo título y aprende a construir un plan integral para el final de la vida que apoye de manera efectiva a todos los involucrados. Es una lectura didáctica que nos acerca a la muerte de forma eficaz y nos permite reflexionar acerca de ese momento para establecer un plan integral que proteja la dignidad e intereses de todos los involucrados.

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Funeral y duelo

Resignación o resiliencia para afrontar la pérdida

No son pocas las veces que leemos o escuchamos entre las personas deseos de pronta resignación para aquellos que están experimentando una pérdida y que transitan por el difícil camino del duelo. A primera vista, este deseo pudiera parecer empático y hasta legítimo, sin embargo, es en realidad torpe. El duelo no es un malestar del que haya que recuperarse y la resignación no es, ni debiese de ser una cura para afrontar la pérdida. Cuando la pérdida que se encara no es relevante, la lógica nos indica que el cambio es natural y que debemos de aceptarlo para seguir adelante. Si bien, esta es una postura esperada por la mayoría, la verdad es que las personas necesitan tiempo para adaptarse a la pérdida y más aún cuando esta se refiere a algo más trascendente como aquella derivada de la muerte de un ser amado. El hecho de haber perdido a un ser querido nos enfrenta con la realidad de que las cosas no volverán a ser lo mismo, y en este sentido, el mayor desafío que nos presenta el duelo es el hecho de sobrepasarlo a través de la resignificación efectiva de la pérdida.  La resignación como cura, implica adoptar una actitud de aceptación pasiva que nos ahoga en el dolor hasta que el tiempo nos ayuda a olvidarlo o al menos a amortiguarlo. Algo muy distinto es aceptar la pérdida y entablar un proceso de resignificación de la relación con quien se fue y obtener un valor tangible de ello. A través de ganar profundidad y conciencia de la misma pérdida, el deudo va otorgando un nuevo valor a lo que se tiene y con el tiempo va asimilando las lecciones que esta pérdida le enseña. En otras palabras, la aceptación nos llama al aprendizaje y a construir una narrativa coherente que simbolice y dé significado a los cambios que ha dejado la pérdida y que modifican la realidad para siempre. Esto lleva tiempo y a medida que este transcurre, el individuo va encontrando en medio de la adversidad algo positivo que le va agregando valor y oportunidad a su experiencia. La resiliencia es pues el camino para afrontar la pérdida y el deudo necesita de apoyo y tiempo para poder sobrellevar este difícil desafío y extraer un valor tangible de la vivencia.

Morir Chingón es una lectura al alcance de cualquiera y entre muchos consejos sobre la previsión para el final de la vida, también nos describe el proceso del duelo y nos enseña lo que la pérdida significa y el desafío que implica. De manera práctica nos guía para poder establecer acciones concretas para que nuestros seres queridos transiten por un duelo útil cuando enfrenten la difícil experiencia de nuestra partida.