Aunque no es lo común, algunas personas con actitud preventiva han tomado algunas acciones y han establecido algún tipo de estrategia para el final de la vida. Por mencionar algunas, hay quienes ya otorgaron un testamento, hay quienes han comentado abiertamente su voluntad con sus seres queridos y hay también algunos que prepararon una carpeta con alguna información que consideraron importante. Si bien, estas iniciativas resultan favorables, es importante considerar que podrían no ser suficientes, que pudieran carecer del respaldo jurídico adecuado o bien, no tener una visión integral.
Para poder evaluar la eficacia de una estrategia para el final de la vida, primero es necesario entender todas las implicaciones de la muerte propia. Es fundamental reconocer que hay acciones y decisiones que son aplicables a la fase terminal de la vida, hay también implicaciones que aplican al momento de la muerte y también hay requerimientos específicos dirigidos a establecer una sucesión eficaz. Es importante asegurar que el plan protege la dignidad y los intereses de todos los involucrados durante cada fase del final de la vida y no menos importante garantizar que cada elemento cuente con el soporte jurídico adecuado cuando así se necesite. De la misma manera, cada plan es único ya que está diseñado para atender necesidades específicas de la familia y a la vez es dinámico, ya que se adapta a estas con el tiempo. Una estrategia mal estructurada, mal respaldada o desactualizada puede ser tan débil como aquella que no existe.
Una estrategia completa y robusta es producto de un análisis exhaustivo de las implicaciones de la muerte propia y de los desafíos que esta conlleva. Una buena estrategia responde a necesidades como facilitar momentos difíciles a la familia, mitigar el dolor de la partida, proteger la dignidad y voluntad propias, evitar conflictos y estrés, amortiguar el impacto económico para la familia y evitar pérdida de patrimonio por mencionar algunos. No hay una fórmula única para una estrategia de este tipo y cada persona deberá de analizar los detalles y necesidades personales para establecer el plan que mejor cubra sus objetivos. Si bien, documentos como el testamento, la voluntad anticipada o planes funerarios son elementos afines a todas las estrategias, habrá quien requiere de cerrar algunos ciclos u ordenar asuntos que impliquen acciones o trámites muy puntuales.
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